Arequipa

Vista de Arequipa. Grabado: Mariano Felipe Paz-Soldán Atlas Geográfico del Perú. Paris, 1865

La ciudad de Arequipa

Arequipa es la segunda ciudad del Perú y la capital de la región del mismo nombre. La ciudad, ahora con un millón de habitantes, fue fundada el 15 de agosto de 1540, por noventa y seis vecinos españoles (entres los que se hallaban unas pocas mujeres, cinco licenciados, dos bachilleres, dos notarios, tres capitanes, dos presbíteros y tres frailes dominicos), afincados en el valle del Chili, donde estuvo de paso el gobernador Francisco Pizarro. El valle se encuentra en a ladera occidental de la Andes sur peruanos, a 2300 msnm y bajo tres volcanes llamados Chachani, Misti y Pichu Pichu. La comarca fue ocupada desde tiempos remotos por distintas etnias de la región, que desarrollaron importantes sistemas de riego y numerosas terrazas agrícolas o andenes, estableciéndose en pequeños caseríos. El centro histórico de la nueva ciudad comprendía 49 manzanas trazadas sobre la barranca del rio y instó al poblado indígena de San Lazaro, En su entorno se hallaban desperdigadas poblaciones de diversos orígenes: Collaguas, yanahuaras, puquinas, carumas, tiahuayas y otros, que se fueron afincado a lo largo de los siglos, en medio de la expansión de poderosas culturas como Nazca, Tiahuanaco y Huari, hasta la instauración del dominio inca, a fines del siglo XV.

A partir de la segunda mitad del siglo XVI, la riqueza minera de Potosí le permitió a Arequipa convertirse en un dinámico centro comercial, que abastecía al floreciente centro minero con una importante producción de vino y aguardiente. En la campiña arequipeña y en los valles aledaños no prosperó, sin embargo, el latifundio sino la pequeña propiedad, régimen que incidiría también en el desarrollo de su talante cívico. A causa de los sismos, la ciudad fue construida y reconstruida numerosas veces, empleando como material un tipo de tufo volcánica llamado sillar, de singulares características. Su arquitectura religiosa y civil desarrolló algunas de las expresiones más significativas del llamado barroco mestizo peruano y recibió la posterior influencia neoclásica, manteniendo su originalidad. El centro histórico fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la Unesco el año 2000, por representar “una obra maestra de la integración creativa de características europeas y nativas, cruciales para la expresión cultural de toda la región. Entre los siglos XVI y XIX, la ciudad y su entorno rural experimentaron un intenso mestizaje, que dio origen al lenguaje llamado lonco o chacarero, característico de su población rural, y a numerosas expresiones propias en los dominios musicales, literarios, artísticas y en su celebrada gastronomía, que desarrolló en las picanterías y en sus casas y monasterios un singular laboratorio de fusiones culinarias.

Portada de la iglesia de la Compañia (detalle), 1698
Mariano Melgar

Durante el virreinato, los conventos de Arequipa fueron centro de ilustración y atesoraron importantes bibliotecas, como las que conservan todavía la Recoleta franciscana o la Orden mercedaria. La ciudad acogió durante largas temporadas a figuras eminentes como los jesuitas José de Acosta y Bernabé Cobo. A fines del siglo XVIII, el obispo gaditano Pedro José Chaves de la Rosa reformó el Seminario San Jerónimo, fundado en 1622, convirtiéndolo en un foco de irradiación cultural donde se formó buena parte de la élite intelectual que participó en el proceso de la Independencia y el surgimiento de la República. Salieron de sus aulas figuras como el poeta Mariano Melgar, que se unió a las filas rebeldes del brigadier Mateo García Pumacachua y fue fusilado en Umachiri, Puno, en 1814, los clérigos Francisco Javier de Luna Pizarro, presidente del Primer Congreso Constituyente (1822) y Mariano José de Arce, primer director de la Biblioteca Nacional, el científico Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz, los juristas José María Corbacho, Benito Laso, Evaristo Gómez Sánchez y Andrés Martínez, entre otros, que años más tarde le granjearon a la ciudad el título simbólico de “Capital jurídica del Perú”.

El Colegio Nacional de la Independencia Americana (1827) y la Universidad Nacional de San Agustín (1828), fueron también semilleros de notables figuras, como los hermanos José Gregorio Paz Soldán organizador de la cancillería peruana-, Mariano Felipe Paz Soldán -autor del primer Atlas geográfico del Perú (1865)- y Mateo Paz Soldán y Ureta, el deán Juan Gualberto Valdivia, el jurista y canciller Toribio Pacheco, los abogados y político José Simeón Tejeda y José María Químper, el astrónomo Hipólito Sánchez Trujillo el matemático Miguel W. Garaycochea, el historiador Mariano Ambrosio Cateriano, el jurista Francisco García Calderón y Landa, gobernante cautivo durante la Guerra del Pacífica y primer presidente de la Academia Peruana de la Lengua (1887), el filósofo y pedagogo Jorge Polar Vargas, el científico Pedro Paulet, el tribuno Francisco Mostajo, los médicos José Morales Alpaca, Edmundo Escomel y Honorio Delgado, el pensador y diplomático Víctor Andrés Belaúnde, presidente de la Asamblea General de la ONU (1959-1960), y José Luis Bustamante y Rivero, presidente de la República y presidente de la Corte Internacional de La Haya (1967-1970).

Francisco Garcia Calderón Landa
Picantería, Oleo. Victor Martinez Málaga. Arequipa, 1927

En Arequipa permaneció algunos meses la precursora del feminismo Flora Tristán, cuyo padre pertenecía a una encumbrada familia local. La ciudad ha sido cuna de otros gobernantes del país, como los presidentes Pedro Diez Canseco, Nicolás de Piérola y Eduardo López de Romaña, de figuras eminentes de la cultura peruana como el Premio Nobel Mario Vargas Llosa, y de una larga lista de notables poetas, narradores, artistas, ensayistas, críticos, músicos, científicos, religiosos, políticos, magistrados, periodistas y otras celebridades en diversos campos, surgidos de un pueblo al que el historiador Jorge Basadre llamó “caudillo colectivo” de muchas de las gestas republicanas del Perú.